Estadio de Olimpia, Élide, Grecia |
Olimpia es una pequeña localidad griega que se encuentra a unos trescientos kilómetros de Atenas. Durante más de mil años, se desarrolló en su estadio el acontecimiento deportivo más prestigioso jamás visto: los Juegos Olímpicos de la Grecia Clásica.
Aunque no existe certeza sobre su inicio, sí que conocemos que se venían celebrando con regularidad desde antes del año 776 a.C., fecha en la que aparece la inscripción de Coroebos, atleta de Élide, como vencedor de la prueba del estadio, lo que le convierte en el campeón olímpico conocido más antiguo.
También se sabe, que en el año 884 a.C., los reyes Licurgo e Ífito, reyes de Esparta y Élide respectivamente, pactaron la tregua sagrada en sus territorios durante la celebración del festival. A partir de entonces los viajeros podían dirigir sus pasos hacia Olimpia para asistir a los Juegos quedando bajo la protección de Zeus, y no podían ser atacados ni entrar armados en la ciudad sagrada de Olimpia.
Puerta de entrada al estadio de Olimpia |
Cada cuatro años, tres espondóforos -mensajeros- de Élide, que era la polis organizadora de los Juegos, proclamaban la tregua olímpica por todo el mundo griego, animando a los atletas a asistir a los Juegos consagrados a Zeus, dios del cielo y de los fenómenos celestes.
Una vez llegados a Olimpia, eran los propios atletas los encargados de acondicionar el estadio, desbrozar la pista y cubrirlo con una fina capa de arena.
En los cinco días que duraba el festival, en Olimpia se reunían mercaderes, artistas, comerciantes, filósofos, poetas, atletas, jueces y ciudadanos de toda Grecia compartían un mismo espacio soportando el calor y las incomodidades del verano.
Es importante conocer el lugar que los Juegos ocuparon como parte de la cultura griega, pero no debemos caer en la tentación de compararlos con los Juegos Olímpicos Modernos. La época dorada de los Juegos corresponde al siglo V a.C., pero a lo largo de su larga historia los Juegos fueron perdiendo importancia.
Cuando el emperador romano Teodosio decretó su abolición en el año 393 d.C. los Juegos Olímpicos no eran ya ni una sombra de lo que fueron muchos siglos atrás.
* Extraído de <Deporte y Límites>. Emilio Calderón. Ediciones Anaya. Madrid, 1999.
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