Naumaquia. Ulpiano Checa. 1894. Museo Ulpiano Checa, Colmenar de Oreja, Madrid. |
De todas las prácticas que aunaron deporte y espectáculo en la Antigua Roma seguramente las naumaquias fueron las que más nos sorprenderían si se practicasen hoy. La naumaquia era un espectáculo que representaba un combate naval en un estanque o en un lago con todo lujo de detalles y sin escatimar en medios ni materiales ni humanos.
Es bien conocida la afición de los romanos por los grandes espectáculos, como las carreras de cuadrigas en el circo o las luchas de gladiadores en el anfiteatro, pero seguramente el espectáculo de carácter belicoso más impresionante que se llevó a cabo en época romana fue el de la naumaquia.
La palabra naumaquia significa literalmente <<combate naval>> y eso es exactamente a los que se refiere. Las naumaquias eran recreaciones de batallas navales que llevaban a cabo los romanos como espectáculo o como simple entretenimiento.
Naumaquia romana. Giovanni Stefano Lanfranco (1635) (1) Museo Nacional del Prado. Madrid |
El término naumaquia se emplea en ocasiones para designar el lugar en el que se celebran dichas recreaciones. Si los romanos recrearan las batallas en un río o en el mar ya sería digno de alabar, pero iban más allá, no reparaban en gastos y también hacían estas recreaciones inundando anfiteatros para la ocasión.
La simple contemplación de un combate naval recreado con barcos reales y miles de extras debía ser una maravilla, aunque los extras fueran esclavos o condenados a muerte, que en ocasiones llegaban a los 20.000 hombres, y que a diferencia de los combates de gladiadores que solían enfrentar a estos de uno en uno, se componían de dos auténticas flotas de combate que peleaban a muerte durante horas.
Grabado de la Naumaquia de la Ciudad de Valenacia (sobre 1775). |
Los combates se organizaron en contadas ocasiones y siempre a causa de algún acontecimiento de importancia debido a lo costoso y complejo de su organización. Algunas de las más famosas naumaquias fueron las organizadas por Julio César (Roma, 100 a.C., íbidem 44 a. C.), César Augusto (Roma 63 a.C., Nola 14 d.C.) o Claudio (Lugdunum, 10 a.C.-Roma, 54 d.C.), que se llevaron a cabo bien en piscinas artificiales, lagos o incluso inundando el Anfiteatro de Roma, el enorme Coliseo.
El Coliseo de Roma fue el escenario de varias naumaquias |
Cabe la duda de saber cómo se introducían los barcos dentro del anfiteatro porque las fuentes más fiables sólo hablan de como inundaban el anfiteatro pero nunca mencionan como trasladaban los barcos a su interior. Al parecer se llenaba el anfiteatro con los barcos instalados dentro para a continuación inundar el Coliseo.
Hasta hace pocos años la existencia de las naumaquias se refería a simples especulaciones, ya que no se habían encontrado pruebas que sustentaran ese acontecimiento. Bajo el suelo del Coliseo se encontraron cañerías que transportaban agua pero se las consideró insuficientes como para llevar a cabo este espectáculo. En años recientes se descubrió debajo del mismo suelo del Coliseo una gran cañería que lo cruzaba y que podría alimentar de forma eficiente otras más pequeñas para poder llevar a cabo el evento.
Esta gran cañería también habría surtido de agua la residencia del emperador Nerón (Lacio, 37- Roma, 68) que tenia un lago artificial y al parecer estos conductos pudieron ser empleados para llevar a cabo dichos espectáculos.
Para realizar las naumaquias fue necesario inundar la arena del Coliseo y ante las dificultades que suponía llevar a cabo dicha acción muy pronto estos eventos fueron trasladados a otros edificios construidos especialmente para albergarlas que se llamarían también naumaquias.
La mejora de la técnica hizo que las naumaquias fueran más frecuentes, aunque aún así seguían siendo muy costosas. Durante el Bajo Imperio Romano (desde el acceso de Diocleciano al poder en 276 hasta la caída del Imperio Romano de Occidente en 476) las naumaquias desaparecieron de las fuentes escritas lo que supone el supuesto final de esta práctica o bien su evolución a otros espectáculos similares pero más modestos con lo que perdieron su carácter original grandioso e impresionante.
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(1) Giovanni di Stefano Lanfranco (Parma, 1582-1647, Roma) fue un pintor asociado a la escuela romano-boloñesa al ser seguidor de Agostino Carracci. Fue elegido para pintar varios cuadros de Historias de Roma para el Palacio del Buen Retiro (actualmente en el Museo Nacional del Prado). Al menos cinco de estas obras son seguras de su mano, habiendo una sexta que se le atribuye junto con François Perrier.
Para saber más:
Referencias:
Entrada elaborada por: Ignacio de Gardeazábal / Darío Fernández-Campos
Calificación: Muy lograda.
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